Hola, holaa. Bueno, antes de que os preguntéis por qué no publiqué el miércoles tengo que confesaros que no tenía internet. Por razones que desconozco el Wifi iba como él quería y no pude publicar. Pero bueno, intentaré compensaros de alguna manera.
Hoy os traigo un relato simple, de amor (últimamente me ha dado por escribir sobre este género, no sé por qué). Y bueno, a ver qué os parece.
UN ÚLTIMO BESO
La
lluvia caía con fuerza sobre el asfalto, creando un harmonioso sonido que
retumbaba en los oídos de la chica. Esta caminaba a paso ligero, no
atreviéndose a correr por miedo a resbalar. Su respiración entrecortada creaba
pequeñas nubes de vaho al hacerlo.
Las
farolas repartidas por toda la avenida brillaban sobre los adoquines, dándoles
un toque anaranjado. La calle estaba desierta, puesto que a nadie más que a
ella se le había ocurrido salir a la calle con aquel tiempo.
Sin
poder aguantarse, la chica comenzó a correr. No podía esperar más tiempo, ya
que este corría en su contra. De repente, al girar una esquina, una oleada de
viento le arrebató el paraguas. Se giró para ir a por él, pero no podía perder
el tiempo.
Siguió
corriendo avenida arriba, resbalándose de vez en cuando. La ropa se le pegaba a
la espalda, completamente empapada, impidiéndole moverse con facilidad. Pero a
pesar de ello siguió su camino sin darse por vencida.
Y por
fin llegó a su destino. Se lo encontró ahí de pié, en medio de la carretera con
la mirada perdida. Se le acercó jadeante, cansada por el largo camino que había
recorrido. Se miró las rodillas raspadas y se echó el pelo hacia atrás.
Él
agitó la cabeza sacándole de sus ensoñaciones y la miró durante un segundo que
se le hizo eterno.
- ¿Qué tal estás? – contestó ella después de un incómodo silencio.
Al
momento se maldijo. ¿Era lo único que se le había ocurrido, en serio? ¿Cómo
podía haber sido tan tonta? Se ruborizó
notablemente ante su evidente idiotez y apartó la mirada.
Dubitativa
le miró la camiseta, incapaz de mirarle a los ojos. Él le cogió la cara con
ambas manos y le hizo elevar la mirada hasta encontrarse con la suya. Sus manos
estaban frías a causa de la lluvia, y contrastaban con el leve calor que
desprendían las mejillas de ella.
Lentamente
se fueron acercando el uno al otro, atraídos por alguna fuerza invisible. Él
juntó su frente con la de la chica y cerró los ojos, disfrutando del momento.
Ella en cambió desvió la mirada. Sin poder
reprimirse se puso de puntillas y le besó con delicadeza.
Él se
sorprendió en un principio, pero no perdió un segundo y
le devolvió el beso rodeando su cadera con ambos brazos y atrayéndola más hacia
él. La timidez dio paso a la pasión, y se besaron ardorosamente bajo la lluvia.
Poco a
poco los labios de él se empezaron a moverse con más dificultad, hasta que
finalmente dejaron de moverse. No dejaron de besarse hasta que él cayó al suelo
sin vida. Era de esperar, los dos sabían a lo que se enfrentaban cuando habían
decidido volver a verse por última vez, al entregarse a ese último beso.
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